En el otoño de 1998, el bibliotecario Gurber encontró, entre las misceláneas de ciencia general de
Wilhelm Pacidius (heterónimo de Leibniz), unos pliegos doblados y cosidos en forma de libro. Algunas
páginas se encontraban enmoh ecidas y otras irreversiblemente deterioradas. El manuscrito se
atribuyó en un primer momento a Eckhart, secretar io y biógrafo del filósofo, pero poco después los
expertos reconocieron las marcas del genio de Wolfenbutel: el talante combinatorio, el deseo de armonizarlo todo y ese irrefrenable entusiasmo por las ciencias. Se trataba del diario de Leibniz.
Enviar a un amigo