«Ustedes no tienen nada que transmitir». Estas palabras, pronunciadas por un inspector del Ministerio de Educación francés el día en que el autor de este libro empezaba su actividad como profesor de Filosofía, fueron el primer desencadenante para el presente ensayo. El segundo fue el asesinato de un adolescente a manos de otro, «por el simple hecho de que había pasado una línea imaginaria que separaba dos barrios», a escasos pasos del instituto donde el autor había comenzado a dar clase. Estos dos sucesos llevaron a François-Xavier Bellamy, joven profesor de Filosofía, a escribir Los desheredados, una aguda reflexión sobre un fenómeno hasta ahora inédito en la sociedad occidental: el rechazo a transmitir a las futuras generaciones la propia tradición cultural. «Es como si una generación que se ha prohibido transmitir no fuese capaz de comprender que, rechazando tener herederos, privando a sus niños de la cultura que había recibido, corre el riesgo de desheredarlos de ellos mismos, de desheredarlos de su propia humanidad».