La infancia es la gran fábrica de nostalgia. El rosebud al que regresar. Pero para la generación perdida que la crisis ha arrollado, los nacidos en los ochenta y los noventa, la nostalgia de la infancia se ha convertido en un refugio trampa: una madriguera confortable de la parálisis, del pensamiento hacia atrás, de la melancolía. Con una escritura electrizante y un tono biográfico e intimista, Lucas Martín reflexiona sobre el imperio del peterpanismo en su generación y examina los mecanismos de funcionamiento de la nostalgia: su relación con la literatura y la revolución digital, con el urbanismo, con el amor y con el eje central de este ensayo: la necesidad de volver a la infancia.