Averroes es hoy una de las máximas figuras de la filosofía universal. Pero no siempre fue así. Averroes era una referencia obligada en el mundo medieval, hasta el punto que el mayor poema teológico y ese extenso repaso de conocimiento de la filosofía del mundo cristino pre-moderno que es la Comedia de Dante, lo incluyó, siendo el único de origen no cristiano de todos aquellos poetas y pensadores posteriores a la llegada del propio cristinianismo. En el mundo renacentista igualmente se le incluye en la panoplia filosófica principal, y baste recordar el cuadro La escuela de Atenas de Rafael, donde aparece de nuevo como excepción étnica y religiosa. Averroes es el gran difusor del aristotelismo en el humanismo europeo, pero también el filósofo de un mundo que, aunque nos dominó en España, y quizás por esa razón, siempre hemos relegado y hemos sometido a la distancia del exotismo y la incomprensión. Averroes deja de existir en Europa durante siglos y es avanzado el siglo XIX, en la ola del positivismo, cuando se produce un nuevo descubrimineto de su obra y de su aportación, entre otros, gracias a la popular monografía del escritor y pensador francés Ernest Renan, Averroes y el averroísmo. La obra de Renan titulada Averroes y el averroísmo aparece en 1852, siete años después que el autor hubo abandonado el seminario.