AA.VV
Para el niño, un acto decisivo es el de abrirse al mundo, para recorrerlo (andarlo) y comprenderlo, interiorizarlo a través de los sentidos y vincularse con él. Todo esto, como lo muestra la investigación y la práctica, puede suceder tanto mejor si el niño se siente familiarizado y seguro con su entorno. Las personas de referencia tienen la responsabilidad en cómo configuran su relación con el niño. Sólo un lazo lo suficientemente fuerte crea la confianza primordial y el seguro reposo en sí mismo que habría de tener el niño ante su inminente conquista del mundo y su comportamiento exploratorio. Si el mundo circundante ofrece, por un lado, seguridad, por el otro, fronteras, el entorno habrá introducido en el niño el marco en el que puede obrar. El tener un entorno y un cobijo seguros y confiables va a la par con el aprendizaje autónomo.