MAZARRASA, LUIS
La capital del Emirato de Dubai es el destino más de moda en estos momentos en el Golfo Pérsico. Un emirato que ya no puede vivir exclusivamente del petróleo -además nunca fue el que contó con más reservas de crudo- y que en los últimos años ha estado gobernado por jeques con una gran visión de futuro y muy liberales para lo que era norma en la zona, se ha convertido hoy en un enclave próspero, una meca para miles de trabajadores de países asiáticos en vías de desarrollo y para yuppies occidentales que se trasladan a Dubai para enrolarse en las multinacionales gracias a sustanciosos contratos. Pero a esta avalancha de extranjeros se ha unido en los últimos tiempos una nueva: la de los turistas, que vienen atraídos por la bonanza del clima en invierno, la espectacularidad de los nuevos edificios y los proyectos urbanísticos tan vanguardistas y... las compras, porque pocas ciudades hay en el mundo con una mayor concentración de tiendas en el centro urbano y unos centros comerciales tan espectaculares en las afueras. En la ciudad, que crece cada día a velocidad de vértigo, el centro comercial y financiero está separado de la zona de expansión, con tantos edificios vanguardistas, como
Burj Khalifa o el fabuloso hotel Burj el-Arab, por el canal Dubai y en el mar está en marcha otro de los megaproyectos que hacen famoso a Dubai: The World, donde sobre islas artificiales se va a recrear el ecosistema de los cinco continentes.