CANO GÓMEZ, GUILLERMO J.
A menudo se recuerdan las sabias palabras del papa san Pablo VI en Evangelii Nuntiandi: «el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan», sin embargo la célebre cita continuaba: «si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio». Los padres y doctores de la Iglesia no son testigos a pesar de ser maestros, ni al revés: tampoco son maestros a pesar de ser testigos. Antes bien, son buenos maestros precisamente porque son testigos fieles. Plasmaron su testimonio en su vida, como está llamado a hacerlo cada cristiano, pero además con palabras escritas que han servido de orientación y testimonio a multitud de cristianos que vinieron después. La Iglesia ha necesitado de hombres y mujeres que profundizaran y explicaran en cada momento histórico la fe heredada de los apóstoles, en muchos casos impidiendo que se tergiversara el mensaje, traduciéndolo con fidelidad al lenguaje filosófico de cada tiempo.