PORTERO LAMEIRO, JOSE DOMINGO
Ahora que tanto se habla de plurinacionalidad (la eterna polémica), al fin y al cabo, cada cual es libre de creer, o no, en la existencia de naciones. Tal vez, nuestra diversidad regional atestigüe una fortaleza: la globalización económica no nos ha homogeneizado. Con todo, no nos engañemos, muy probablemente revele, también, una preocupante debilidad: la falta de vertebración. Ciertamente, lo que sí goza de una presencia menos cuestionable es el Estado. Y, precisamente, en este contexto, se distinguen varias modalidades de nacionalismos. A grandes rasgos, y bajo mi perspectiva, de un lado, se sitúan los leales al Estado (como el español o el portugués). De otro lado, se posicionan los que se desligan en un espectro inferior al Estado, pese a que, en ocasiones, lejos de contribuir a la estabilidad, incluso, sean separatistas (como el catalán). Además, cabe recordar los que se despliegan en un horizonte superior al Estado (como el ibérico).