En las últimas décadas la historiografía ha redescubierto el carácter capital del republicanismo para comprender las dinámicas políticas abiertas con el ciclo revolucionario liberal. Más problemático ha resultado caracterizarlo. El republicanismo español del siglo XIX fue un movimiento marcado por fuertes contradicciones y ambigüedades, y colocarlo, como conjunto, en lugar preciso resulta tarea ímproba. Más allá de la asunción del carácter central de la cultura republicana en el seno de la izquierda, los historiadores hemos construido una serie de imágenes dispersas que más bien han favorecido un desorden interpretativo.