Actualmente nos encontramos ante un escenario insólito: la calidad de algunas series de televisión estadounidenses supera la de la mayoría de obras cinematográficas de este país. The Wire, Boardwalk Empire, Mad Men o Los Soprano, entre otras, se han revelado como verdaderas obras maestras que nada tienen que envidiar a la gran pantalla. Todos estos programas están en deuda con Twin Peaks, la serie que abrió las puertas a una nueva televisión. Aparte de volver loco a medio mundo con el misterio de ¿quién mató a Laura Palmer?, demostró que era posible hacer algo brutalmente bueno y al mismo tiempo llegar al gran público. Introdujo la experimentación en el mundo catódico y alcanzó cotas artísticas que nadie, a día de hoy, ha superado. Además, Twin Peaks contaba con un elemento subversivo que hoy echamos de menos.