IZAOLA ARGÜESO, AMAIA
Tras diez años del cese definitivo de la actividad armada de ETA, muchas formas de creación artísticas y culturales han tratado de representar aquel tiempo de muerte y violencia que tantas víctimas sufrieron y que todavía empaña nuestros días con su recuerdo. Cultura y violencia terrorista pueden parecer dos realidades absolutamente antagónicas; el fundamento de creatividad de la primera encaja a duras penas en el marco mental que subyace en la segunda; sin embargo, existen múltiples conexiones entre ellas y al mismo tiempo un combate. Sometida a un marco terrorista, la cultura en un contexto de violencia se ve fuertemente condicionada y, en muchas ocasiones, reducida a propaganda.