SEBASTIAN, MIGUEL
El vuelo de la luz, que habla desde adentro, desde el corazón, desdela furia de vivir, desde la búsqueda que no cesa, que es incómoda,sincera, atropellada. Pero también habla hacia afuera: en busca de la luz, de los otros, del temblor del paisaje. Dice: ôEscribo porque no pertenezco a nada. Y a la vez pertenece a todo: a la frontera, a lasoledad, al tedio, al sueño, al delirio, a la impaciencia (ôel tañidoimpuntual de la impacienciaö) y, ante todo, al amor. Ese amor por lo inmediato, por las pequeñas cosas, por México, que ha sido la gran revelación de su vida, por las mujeres, por esa Giselle a la que lepide: ôLéemeö cuando quiere decir, tal vez, ôÁmameö. Este es un librosobre el abismo, el silencio y sus signos, la aventura a campo abierto (que, como la palabra, duerme en el llano de la razón), las heridas de la carne y el deseo de volar por los aires con la espada dellenguaje entre los dientes. Antón Castro