ATENEA, C.
El pequeño Tomás, tras un incidente con su padre, aprende la importancia de expresar sus emociones, pues experimenta la tristeza y la alegría, personificadas en dos lágrimas mágicas. Juntas, estas lágrimas le enseñan que está bien llorar y reír, desafiando las nociones tradicionales de cómo deben expresarse los sentimientos.