MIGUEL SALANOVA, SANTIAGO DE
Las elecciones municipales celebradas en Madrid el 12 de abril de1931, antesala directa del derrumbe de la opción monárquica, no fueron sino el punto culminante de un proceso social con un largo alcance histórico, evocando a la perfección la modernización de una ciudad que acababa de rebasar el millón de habitantes. Una ciudad cuyasdinámicas políticas habían sufrido vertiginosos cambios y transformaciones claramente vinculadas con los paralelamente advertidos por la urbe en otros muchos ámbitos. A nivel social y económico la capital había variado su semblante, lo que también se plasmó en sus propias dinámicas políticas: por un lado, una selecciones municipales que dejaron de resultar silenciosas y defuncionar como meros instrumentos de auto egitimación y autoconfirmación para los resortes del poder gubernativo a nivel local y, por otro, una acción institucional municipal de nuevos bríos que se desarrollaba en un marco coyuntural cada vez más firmemente imbricado con ese tipo de citas con las urnas.