La rebelión antropológica nos sitúa justo en ese punto desde el que podemos ver, hacia un lado, cómo arde el viejo mundo y su absolutismo teológico; y, hacia el otro, el nacimiento del nuevo que, con una «nueva humanidad», no vendrá carente de problemas.
Santiago Castro-Gómez pone de relieve cómo de esa nueva filosofía se deriva un compromiso con el eurocentrismo y el antropocentrismo, y cómo la superación de estos puntos debe surgir de una estrategia decolonial.