La felicidad no es para Spinoza un premio que se otorga a la virtud,sino la misma vida en cuanto ella expresa la potencia de ser y actuarde cada hombre afirmándose, junto con otros individuos, frente a todoaquello que se le opone. Esta situación compleja obedece a lanaturaleza de las cosas y determina que toda relación humana con losdemás y con las cosas esté marcada por una afectividad ambivalente,contagiosa e inconstante; y al mismo tiempo la sitúa en un marconecesario donde acontece la puesta en escena de cada hombre bajo lafigura concreta de su deseo y sus decisiones. La mirada a Spinoza y asu filosofía desde esta perspectiva nos hace renunciar a eseestereotipo del filósofo de alegría radiante, y nos invita a revisarcon cautela, y a la luz de una alegría trágica y auroral, las nociones básicas de su filosofía.